
Noticias, audios y videos acaparan una porción considerable, acaso la mayor, de los consumos directos en la World Wide Web, pero la voluntad de las personas es volátil en cuanto a aquellos productos y servicios por los cuales están dispuestas a pagar. En un medio en el que los consumidores consideran prima facie que todo debería ser gratuito o casi grautito, y donde las leyes del mundo físico corren con la velocidad y sin la perseverancia de la tortuga, algunos ganan y otros pierden.