Generación X, Generación Y, Generación Z, tres caras de un universo vasto y dominante con el que anunciantes, medios y especialistas no saben muy bien qué hacer. Acuñados en su origen durante el apogeo de la generación de los Baby Boomers, muchos de los GX son padres de GY, los que a su vez tienen vástagos entre los GZ, en un mundo que se ha globalizado en la misma medida en que se ha vuelto más individual, aunque menos privado.
En la línea de tiempo del siglo 20 se desarrollaron, según los demógrafos William Strauss y Neil Howe, 7 generaciones con características más o menos distinguibles entre sus miembros, que fueron desde la llamada Generación Perdida (término concebido por Gertrude Stein y popularizado por Ernest Hemingway para describir a aquellas personas nacidas entre 1886 y 1900) hasta la Generación Z (los sucesores de los Millennials, que vieron la luz entre 1996 y 2010).
Si bien los investigadores teorizaron sobre los ciclos generacionales recurrentes en la historia de EE.UU., la clasificación se ha extendido para comprender fenómenos socioculturales de todo Occidente.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, se produjo un fenómeno singular: las tasas de nacimientos experimentaron un crecimiento notable que sólo fue mitigado por el ingreso en el mercado de las píldoras anticonceptivas y sucedáneos para el control de la natalidad 15 años más tarde. A los integrantes de aquella generación de posguerra –que para el final de 2016 contaban con entre 51 y 70 años– se los conoce, justamente, como los Baby Boomers.
Los herederos de la explosión reproductiva (Generación X, Generación Y, Generación Z) son hoy los nuevos tomadores de decisiones, motivo de estudios, incertidumbres y desvelos para todo el mundillo relacionado con la comunicación y el consumo, niños, jóvenes y adultos que hoy tienen entre 19 y 58 años.
La Generación X
Descendientes directos –en el tiempo– de la revolución sexual, al principio de la década de 1990, los jóvenes veinteañeros de entonces empezaron a observar que sus padres ‘revolucionarios’, mayormente identificados y desengañados con la ya desaparecida cultura hippie, se habían vuelto unos desquiciados recalcitrantes divorciados en masa, y que el mundo en el que debían insertarse terminada la escuela secundaria no estaba preparado para recibirlos.
Para los adultos más grandes, sobraban. Para el establishment, como para la matemática, la X era sinónimo de incógnita, los ratones de laboratorio sobre los que se experimentaron desde planes de estudio hasta medicamentos y terapéuticas hoy considerados obsoletos.
Eran tiempos en que la Guerra Fría ya había pasado a ser sólo el recuerdo de una pesadilla, la amenaza de una guerra nuclear global había sido reemplazada por el temible y por entonces aniquilador sida o por la creciente difusión del terrorismo internacional, “las drogas y el sexo ya no tenían más rock and roll”, MTV explotaba en la repentinamente ubicua televisión por cable, mientras Internet preparaba silenciosa su irrupción inminente en la vida urbana.
Cuando niños, los X regresaban de la escuela y, merced a las nuevas modalidades laborales por las que ambos padres salían a trabajar fuera de casa, pasaban una gran parte del tiempo solos hasta la noche, sin supervisión de los adultos; en períodos de vacaciones, días enteros, en especial dentro de las clases medias y más acomodadas, y cuando el nivel educativo de sus padres era más elevado.
“La Generación X vio nacer al walkman y morir al cassette para dejar paso al CD en sólo 2 actos, asistió a la aparición de la PC y a la obsolescencia del VHS (casi un aborto evolutivo), supo del fax cuando era símbolo de un prestigio fugaz y olvidable.
La Generación X vio nacer al walkman y morir al cassette para dejar paso al CD en sólo 2 actos, asistió a la aparición de la PC y a la obsolescencia del VHS (casi un aborto evolutivo), supo del fax cuando era símbolo de un prestigio fugaz y olvidable, en resumen: se fundió y confundió en la noción de que el mundo es cambio constante y sin dirección precisa, se volvió escéptica y apática, se hizo cínicamente “ni”.
Se ilusionó y defraudó con íconos como Michael Jackson, Kurt Cobain y Nirvana, Jon Bon Jovi, Axl Rose, Whitney Houston, Prince, el Grunge, el Hip hop, la cultura Indie; en la Argentina tuvo equivalentes en ídolos de la clase media como Gustavo Cerati y Soda Stereo, Fito Páez, Mario Pergolini, actores de tiras televisivas juveniles (de La Banda del Golden Rocket a Verano del 98, de Baywatch a Friends), modelos del tipo de Raquel Mancini, Dolores Barreiro o Deborah de Corral.
A partir de 1990, los medios, los anunciantes y los especialistas del mundo de los negocios se encontraron con este grupo indefinible al que comenzaron a llamar “los veinteañeros desenfocados” (un informe de la aseguradora MetLife los representó como “la generación de Friends, más bien sólo involucrados consigo mismos y tal vez sin objetivos… pero divertidos”) o a incluirlos –en países como Francia– en lo que nombraron la Génération Bof (“generación lo-que-sea”).
Relativamente pocos en términos demográficos (resultado del perfeccionamiento de los métodos anticonceptivos) e híbridos desde una perspectiva racial por la masificación de las migraciones, los X se concentraron más en sus pares, en sus iguales, que en el resto, y quedaron como el queso del sandwich entre los Baby boomers y los Millennials.
Los estereotipos tempranos de los adultos jóvenes de la Generación X los pintaron sombríos, cínicos y descontentos, “rebeldes conformistas”, apáticos, energúmenos, pero al extenderse los estudios, se descubrió que estos calificativos eran también característicos para todos los grupos de edades para la década, en tanto las investigaciones posteriores demuestran que tales cualidades se han profundizado.
En artículo de 1997 “Generation X Recondisered”, la revista Time se retractó de los estereotipos que había publicado 7 años antes y alabó a los X como fundadores compulsivos de start ups de tecnología y microemprendimientos, con una ambición sana, una confianza y un optimismo muy superiores a los de las generaciones mayores.
Contra los recurrentess lugares comunes, la generación universalmente deplorada acaba por ser la verdadera Gran Generación, capaz de enfrentarse con un entorno social hostil en extremo y revertir tendencias que iban directo al abismo a fuerza de trabajo y voluntad; los héroes de los principales desafíos y acontecimientos críticos del mundo, los líderes de los pequeños y grandes movimientos en favor de la humanidad de los últimos 30 años, pertenecen todos a la Generación X
La Generación Y
Los Millennials son los sucesores de la Generación X, llegados al mundo entre el inicio de la década de 1980 y mediados de la de 1990, descendientes de los Baby Boomers y de los más tempranos GX, a veces referidos como los Eco-Boomers o la Generación Boomerang por el rebote en las tasas de natalidad posteriores a 1980 (aunque nunca fueron tan altas como las de la posguerra temprana) y por las preferencias un tanto vintage de sus integrantes.
La Generación Y fue la primera digital desde la cuna, porque su irrupción coincidió con la aparición y difusión de las computadoras personales y, más tarde, la telefonía celular e Internet, sólo por nombrar lo más relevante.
Marcada por un uso intensivo y una gran familiaridad con las comunicaciones, los medios y las tecnologías más novedosas, en la mayor parte del mundo su educación se caracterizó en enfoque más liberal de la política y de la economía, al tiempo que se volvían hipersociales.
La Gran Recesión, iniciada sobre el final de la primera década del milenio, ha tenido un gran impacto sobre los GC porque ha causado niveles históricamente altos de desempleo entre los jóvenes y ha llevado a la formulación de especulaciones innumerables sobre los daños económicos y sociales a largo plazo sufridos por esta generación.
“Impregnados de conciencia ambiental, los GY defienden al Planeta desde perspectivas ecológicas mínimamente contaminantes, aunque, paradójicamente, no están interesados en mantenerse al tanto de las cuestiones políticas ni en desarrollar una filosofía de vida significativa.
En su libro “Generation Me”, el psicólogo Jean Twenge los describe como más seguros, asertivos y «miserables» que las generaciones precedentes; en un artículo de portada, la revista Time los tildó: “Millennilas: The Me Me Me Generation”, mientras Newsweek utilizó el término “Generation 9/11” para señalar a quienes tenían entre 10 y 20 años cuando sucedieron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Impregnados de conciencia ambiental, los GY defienden al Planeta desde perspectivas ecológicas mínimamente contaminantes, aunque, paradójicamente, no están abiertos a integrarse en ningún programa de depuración ambiental, acaso porque no están interesados en mantenerse al tanto de las cuestiones políticas ni en desarrollar una filosofía de vida significativa.
Los nuevos hábitos de ahorro y consumo hacen que desdeñen a la cultura del automóvil, prefieran trabajos free-lance en la comodidad del hogar, sean adictos a Internet y a todas las formas de redes sociales, persigan experiencias profesionales desafiantes y motivadoras, y vivan el presente mientras puedan y lo mejor que puedan; curiosamente, los GX cultivan un pensamiento estratégico –contrapuesto a la ausencia de fe en el largo plazo– y son capaces de atender varias tareas al mismo tiempo, en parte gracias al auxilio y a los beneficios de la tecnología.
Un GY, antes que procurarse una vivienda propia, trata de usar tiempo y recursos en viajar, y conocer, milita en favor de la despenalización de la marihuana, descree de las grandes marcas, medios e instituciones, y basa la toma de decisiones en verificaciones que realiza en la web a través de Google y de todo el arsenal de motores de búsqueda de que dispone hoy en día.
Sin embargo, mucho más inclasificables que los GX, los Millennials no pueden ser retratados con precisión porque lo que abunda y excede entre ellos es la diversidad y la identidad individual exacerbada, lo que hace ociosa a toda la descripción previa para estos cultores del smartphone y las redes sociales.
No es casual que el término Generación Y se utilizara por primera vez en una editorial de Advertising Age (Ad Age) de 1993 en un intento de definición de quienes comenzaban a entrar en la adolescencia pro entonces.
Una de las acciones en masa más notables de los Millennials fue la movilización estudiantil de 2011 en Chile en oposición a las políticas educativas del gobierno del presidente Sebastián Piñera, sustentadas en el sistema engendrado sobre los finales de la década de 1970 por la dictadura del general Augusto Pinochet, que causó un verdadero terremoto institucional de larga duración y de algún modo la declinación definitiva de la figura de Piñera.
En abril de 2016 la Generación Y (con 77 millones de integrantes) superó a la población de los Baby Boomers (con 76 millones) en EE.UU.
La Generación Z
Se los conoce como los Postmillennials, la iGeneration (por el prefijo originalmente usado por Apple para designar a todo lo relacionado con Internet a partir de su producto iMac), Gen Tech, Gen Wii, Net Gen, los Plurals o la Generación Patriota (Homeland Generation, como reacción a los ataques terroristas del 11-S), más amigos de los emojis que de las palabras escritas, y mucho menos habladas.
En 2012, el diario USA Today patrocinó un concurso en línea para que los lectores escogieran el nombre de la próxima generación después de los Millennials. cuyos resultados no hicieron más que aportar desconcierto.
El nombre Generation Z ganó popularidad después de una presentación de la agencia Sparks and Honey realizada en 2014 titulada “Generación Z: Olvídese de todo lo que aprendió acerca de Millennials”.
“Se identifican a sí mismos como leales, compasivos, pensativos, de mente abierta, responsables y con alto grado de determinación, pero a la hora de definir a sus pares generacionales, los ven como improvisados, aventureros, curiosos y demasiado competitivos.
Basada en los resultados de una encuesta de marzo de 2015, la cadena MTV ha etiquetado a la Generación Z “The Founders”, en la suposición de que se trata de personas que tienen, por un lado, la autoconciencia de que todos los sistemas se han roto pero, por el otro, la certeza de que no serán la generación que los rompa aún más.
Si la Generación X nació digital, la Generación Y lo hizo a la par de Internet, y es por eso que no conocen al mundo sin ella. Familiarizados y cómodos con la tecnología y la interacción, buena parte de lo que va de su corta vida ha transcurrido en la Gran Recesión que comenzó a gestarse al comienzo del milenio e hizo eclosión sobre el final de su primera década, tal vez como devolución a la desaforada manera de hacer negocios de las 2 décadas previas.
Los miembros mayores de la GZ ya tienen al menos 28 años y la mayor parte del conocimiento que han adquirido del mundo es virtual, incluidas las relaciones interpersonales: en muchos casos, son más las personas con las que sólo se han vinculado a través de internet o de los sistemas de mensajería instantánea de los smartphones, que de manera física concreta.
Han crecido con un presidente negro en la Casa Blanca, han visto casarse a personas del mismo sexo (e inclusive a transexuales) como algo natural, tienen compañeros con dos padres o dos madres, y asisten a los problemas de discriminación y violencia doméstica, si no en primera persona, como testigos directos.
La Generación Z está profundamente sesgada por los Influencers (youtubers, twitters, celebrities), buena parte de los cuales provienen de la cantera de los Millennials o de los propios integrantes de la GZ, comunicados en red a través de comunidades virtuales como Facebook, Instagram, Flickr, Snapchat, Telegram, Tumblr, Twitter, WhatsApp, o YouTube, sólo por nombrar a las más numerosas.
Sobreexpuestos a la información masiva, son sin embargo autodidactas y se adaptan con suma facilidad a los cambios que impone la época; así, han aprendido a escribir a gran velocidad con un teclado antes que a garrapatear letras en un cuaderno, han reemplazado teléfonos con teclas por pantallas táctiles y en ellos la escritura convencional por gestos y emotíconos, y han evolucionado desde las computadoras portátiles hacia las tabletas sin trauma.
La Generación Z no tiene en alta estima a los estudios y carreras formales, como la Generación Y, lo que es tanto una ventaja –en general aprenden con mayor eficiencia– como un defecto –lo que aprenden no puede transferirse con facilidad– que se plantean con vistas al futuro cercano y mediato.
En Japón se los define como los Nativos Neodigitales, por contraposición a los Nativos Digitales de las generaciones anteriores que se comunican mediante voz y texto: la Generación Z emplea el video en streaming o las películas grabadas, y ha dejado de lado las PC para abrazar a los smartphones para todo uso; a contrapelo de lo que sucedía desde la aparición de los Baby Boomers, los GZ pasan mucho más tiempo frente al celular que al televisor.
Los GZ son, predominantemente, hijos de GX, pero también de los primeros GY; criados en medio de crisis recurrentes y del debilitamiento de las clases medias, han aprendido a valorar la independencia personal y a buscar su lugar más como emprendedores que como trabajadores en relación de dependencia, a la vista del estrés financiero experimentado por sus padres bajo la sombra de la Recesión.
Un dato curioso, aunque esperable, es que con la Generación Z también se ha producido un rebote en materia religiosa: mientras la fe en todas sus expresiones institucionales venía disminuyendo desde los Baby Boomers hasta tocar fondo con los Millennials, los Postmillennials han tomado para sí la posta y han multiplicado su participación en las diferentes iglesias.
Mientras el 66% de los miembros más antiguos de la Generación ya ha probado el alcohol, el 82% de los integrantes de la Generación Y lo había hecho a la misma edad; sólo el 8% de los GZ usa raramente el cinturón de seguridad, frente al 26% que no lo hacía durante la adolescencia en la GY; la Generación Z es, en términos generales, más reacia al riesgo que cualquiera de las generaciones anteriores, y esto se ve reflejado también en las menores tasas de embarazo adolescente, menos abuso en el consumo de drogas y mayor porcentaje de egresados de las escuelas secundarias.
Según datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., los Post-Millennials superaban a los Millennials en algo más de 5 millones de personas para mediados de 2016.
Se identifican a sí mismos como leales, compasivos, pensativos, de mente abierta, responsables y con alto grado de determinación, pero a la hora de definir a sus pares generacionales, los ven como improvisados, aventureros, curiosos y demasiado competitivos, características que no se reconocen en lo personal.
Contra la tendencia de las generaciones anteriores, los miembros de la Generación Z permanecen leales a las marcas que compran en el largo plazo, lo que representa un bonus para los anunciantes desanimados con la indiferencia de los GX y GY; el uso integrando de las redes sociales a través de dispositivos móviles y el empleo de un repertorio extensivo de apps para distintos usos son las claves para comprender cuáles pueden ser las mejores formas de llegar a ellos.