Los argentinos, según convenga, somos los peores del mundo puertas para adentro, y los mejores cuando salimos a la vereda de enfrente: el orgullo y la vergüenza de ser argentinos se nutren de la alternancia de mitos y verdades que conforma nuestro bizantino “ser” nacional. Así, nos adjudicamos creaciones discutiblemente memorables como –entre otras– el dulce de leche, el mate, la birome, el colectivo, el Torino, la sensación térmica, la soda, las alpargatas, el alfajor, el asado, la identificación por las huellas digitales, el dogo, la milanesa a la napolitana, el alambre de púas, las boleadoras, el truco, entre otras virtudes curiosas. En esta nota de (in)formales tratamos de desentrañar la verdad acerca de los auténticos derechos de propiedad del Día del Amigo, ¿“otro” invento argentino?