Argentina instituyó en 2007 al 24 de abril como fecha simbólica para la conmemoración del genocidio contra el pueblo armenio que se prolongó entre 1915 y 1923.
La fecha evoca el plan sistemático del gobierno del Imperio Otomano para la deportación y eliminación del pueblo armenio, incluido el exterminio de su cultura.
Hoy se conmemora el 105 aniversario este genocidio, donde se secuestraron y ejecutaron 250 líderes armenios en Turquía.
Durante la madrugada del 24 de abril de 1915, el domingo rojo, cientos de intelectuales, religiosos, profesionales y ciudadanos de ese origen fueron despojados de sus hogares, detenidos y luego trasladados a centros de detención en Ankara.
El genocidio armenio se desarrolló mucho antes de que se acuñara la palabra genocidio, y supuso la persecución y asesinato de entre 1 millón 500 mil y 2 millones de civiles, mujeres y hombres de todas las edades.
Se caracterizó por las deportaciones en masa, las “marchas de la muerte”, el confinamiento en campos de concentración, las matanzas (fusilamientos, quemas masivas, ahogamientos en ríos y mares, envenenamientos, inoculación de enfermedades, sobredosis), la confiscación de bienes y la realización de juicios sumarios por tribunales de guerra turcos.
A lo largo de más de un siglo, la lucha contra las diversas políticas de negación y olvido llevada adelante por los sobrevivientes y los familiares de las víctimas armenias ha sido clave para que hoy podamos ejercer nuestro recuerdo activo.
Aunque el genocidio armenio cae en la definición sancionada por las Naciones Unidas en 1948, sólo 29 países lo reconocen como un acontecimiento genuino; mientras Alemania, España, Estados Unidos, Israel y el Reino Unido se han negado a utilizar el término arguyendo razones diplomáticas, el Papa Francisco lo definió como “el primer genocidio del siglo 20”.
Es fundamental que las nuevas generaciones reflexionen sobre las consecuencias que pueden generar la intolerancia y el racismo, y el significado del respeto entre los pueblos y las personas.
El 24 de abril se resumen simbólicamente todos aquellos crímenes de lesa humanidad contra el pueblo armenio, “con el espíritu de que su memoria sea una lección permanente sobre los pasos del presente y las metas de nuestro futuro”.
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