Los Beverly Ricos era una vieja serie del siglo pasado que narraba la historia un campesino viudo y empobrecido que vivía junto a un pantano con su hija y su suegra y, mientras tratababa de cazar a tiros a una liebre, descubrió petróleo: al enterarse la “OK Oil Company” le pagó una fortuna por el derecho a perforar en su tierra. Las fortunas de las familias más poderosas –según Bloomberg del mundo real de hoy, cual Beverly Ricos S-21, parecen haber encontrado en la pandemia del nuevo coronavirus a la liebre del viejo Jed Clampett.

Beverly Ricos S-21: la esquiva familia Rothschild.
Fuera de la lista: los incontables descendientes del “padre fundador de las finanzas internacionales” Mayer Amstel Rothschild (1744-1812) acumulan en conjunto –se dice– unos U$S 300 billones (3, seguido de ¡14 ceros!), escondidos tras el hermetismo de las finanzas y el bajísimo perfil de los herederos.

Prosperidad oportunista

Beverly Ricos S-21: pandemia y riqueza familiar.
Mientras la economía global se derrumbaba, los clanes familiares más adinerados hicieron formidables negocios, sólo amenazados por sus enemigo histórico: el riesgo de tributar sobre la acumulación de patrimonios, ganancias y herencias.

La diseminación global del SARS-CoV-2 (en criollo, la pandemia de COVID-19) significó y significa para la mayoría de las personas físicas y jurídicas un perjuicio flagrante de difícil mensura que compromete su presente y su futuro.

Sin embargo, en el maremágnum de cierres, quiebras, despidos y alteraciones formidables de las formas de vivir, trabajar, vender, comprar, obtener ingresos, invertir, hubo –siempre la hay– una minoría homeopática que, no sólo no perdió, sino además acrecentó su patrimonio.

“La suma de las fortunas de los 3 megamillonarios más ricos del siglo 21, Elon Musk, Jeff Bezos y Larry Page queda bastante por debajo de las ventas conseguidas sólo por Walmart durante el primer semestre de 2021.

Es cierto que las compañías basadas en los avances tecnológicos (comercio electrónico, telecomunicaciones móviles, biotecnología, servicios en línea, entretenimiento bajo demanda) juegan con ventajas formidables por su propia naturaleza, pero lo que al principio parecía la panacea de la innovación digital, en los hechos debió enfrentar desafíos complejos.

El colosal incremento del comercio en línea, el golpe de timón brutal hacia lo digital, el auge de lo ecológico (lo verde), el desaforado gasto en bienes de lujo (cuyo futuro parecía languidecer dada la profundidad de la crisis en la salud pública), hicieron florecer los negocios de las mayores fortunas familiares en múltiples industrias y geografías.

El éxito de las mega fortunas, no sólo para sortear, sino para conseguir pingües ganancias a partir de la crisis de la pandemia del nuevo coronavirus no es casual ni fortuito: antes que nada, los ricos son los más entrenados para ganar, gestionar los dividendos y poner a buen resguardo lo acumulado.

Desde el inicio de la civilización, el poder económico ha defendido con uñas, dientes y puños de acero sus posesiones por sobre todas las cosas, en especial de la avidez tributaria.

Y los ganadores son…

Beverly Ricos S-21: Walmart recargado.
Los Walton supieron reconfigurar Walmart, que en su momento pareció amenazada de muerte por el avance del comercio electrónico sobre las tiendas físicas, para confirmar su reinado al tope de las ventas minoristas en todo el mundo.

“La pandemia fue «la tormenta perfecta para la acumulación de riqueza dinástica»: las 25 familias más ricas del mundo obtuvieron ganancias superiores al 22% respecto al período anterior de «normalidad».

Luego de años y años de políticas diseñadas para beneficiar a los niveles socioeconómicos más altos, que pagan tasas impositivas absurdamente bajas y aprovechan lagunas fiscales fenomenales, la crisis del coronavirus no alcanzó –ni siquiera rozó– al poder dinástico.

Los gobiernos intentaron una variedad de formas para apuntar a los ricos muy ricos, incluidos impuestos sobre la renta y las ganancias de capital, y nuevas reglas para dificultar la transferencia de activos libres de tributos a los herederos.

Desde China hasta EE.UU., sin olvidar a Alemania y el Reino Unido, los esfuerzos para gravar a las familias súper acaudaladas por su participación en grandes empresas, los ingresos por inversiones y las riquezas heredadas, fracasaron con mayor o menor estrépito o se diluyeron sin más.

La suma de las fortunas de los 3 megamillonarios más ricos del siglo 21, Elon Musk (Tesla, SpaceX, Blue Origin: U$S 225 mil millones), Jeff Bezos (Amazon: U$S 176 mil millones) y Larry Page (Alphabet/Google: U$S 110 mil millones) queda bastante por debajo de las ventas conseguidas por Walmart durante el primer semestre de 2021.

Durante el primer año de la pandemia (2020) –“la tormenta perfecta para la acumulación de riqueza dinástica” según los consultores tributarios globales– las 25 familias más ricas del mundo obtuvieron ganancias superiores al 22% respecto al período anterior de “normalidad”.

Los herederos de Sam Walton y el clan Mars se beneficiaron de la poderosa inyección de efectivo líquido de origen estatal a escala planetaria que impulsó, por sobre todas las cosas, al comercio electrónico, los envíos de comidas y bienes al por menor, y el gasto en mascotas (!), propios a su ámbito de negocios, mientras las formas de vida y trabajo se modificaban para siempre.

Los Beverly Ricos S-20

Beverly Ricos S-21: “The Beverly Hillbillies” (1962): Elly May Clampett (Donna Douglas), Granny Moses (Irene Ryan), Jed Clampett (Buddy Ebsen) y Jethro Bodine (Max Baer).
Los Beverly Ricos versión siglo 20: Elly May Clampett (Donna Douglas) hija única de Jed; Granny Moses (Irene Ryan), suegra de Jed; Jed Clampett (Buddy Ebsen), patriarca del clan; y Jethro Bodine (Max Baer), hijo de la prima de Jed, a quien llama “tío”.

“La comedia estuvo entre los 20 programas de TV con mayor rating durante 8 de las 9 temporadas que duró, y fue la serie más vista durante sus dos primeras temporadas, con 16 episodios que aún permanecen entre los 100 con mayor audiencia en la historia de EE. UU.

Los Beverly Ricos –originalmente “The Beverly Hillbillies”– fue una sitcom (verbigracia, comedia de situación) estadounidense que se transmitió por la cadena CBS desde 1962 a 1971 y llegó a una gran parte del mundo, la Argentina entre otros países.

La serie relata los cambios en la vida de los Clampett, una familia pobre de las colinas de los montes Ozarks que se muda de repente al ya entonces elegante Beverly Hills de Los Angeles después de encontrar petróleo en su tierra.

La prima del patriarca Jed lo incita a irse a California luego de que la petrolera cotiza la propiedad en unos U$S 25 millones de la época (equivalentes a más de U$S 231 millones en 2021), y lo presiona para que se lleve a su hijo Jethro.

La familia se traslada a una mansión en Beverly Hills al lado del banquero de Jed Drysdale y su esposa, Margaret, que tiene tolerancia cero con los hillbillies.

Los Clampett tienen un estilo de vida moral sencillo y minimalista acorde con su origen, demasiado craso para la comunidad elegante, superficial y ostentosa del lugar.

El doble sentido y los conceptos culturales erróneos son el núcleo del humor de la comedia.

Las tramas a menudo involucran los extravagantes esfuerzos de Drysdale para mantener el dinero de los Clampett en su banco, y la obsesión contraria de su esposa para librar al vecindario de “esos campesinos”.

Los intentos periódicos de la familia por regresar a las montañas, a menudo se deben a que la abuela percibe desaires de los citadinos.

Preferidos de la teleplatea

Beverly Ricos S-21 - “The Beverly Hillbillies” (1962): el camión recreado en 1993.
Recreación del desopilante camión de los Beverly Ricos realizada en 1993 por George Barris, autor del furgón original.

Con independencia de las calificaciones implacables de la crítica especializada, el programa se disparó a la cima de audiencia poco después de su estreno, y permaneció allí durante varias temporadas.

La comedia estuvo entre los 20 programas de TV con mayor rating durante 8 de las 9 temporadas que duró, y fue la serie más vista durante sus dos primeras temporadas, con 16 episodios que aún permanecen entre los 100 con mayor audiencia en la historia de EE. UU.

Durante la segunda temporada obtuvo algunas de las calificaciones más altas jamás registradas para una sitcom de media hora.

El episodio de la segunda temporada “La liebre gigante” (“The Giant Jackrabbit”) también se volvió la transmisión por TV más vista hasta el momento de su emisión, y todavía es el episodio de media hora más visto de una comedia de situación de todos los tiempos.

Beverly Ricos S-21 - “The Beverly Hillbillies” (1962): Jethro Bodine (Max Baer), Granny Moses (Irene Ryan), Elly May Clampett (Donna Douglas) y Jed Clampett (Buddy Ebsen).
The Beverly Hillbillies: Jethro, Granny, Elly y Jeden en su mansión de Beverly Hills, en la vida real una de las más lujosas de la época.

La serie disfrutó de excelentes críticas a medida que avanzaba, aunque durante su última temporada ya había caído fuera de los 20 programas más vistos antes de concluir en 1971.

Los Beverly Ricos acumuló 7 nominaciones al Emmy durante su emisión original, y debido a su inmensa popularidad hubo una adaptación cinematográfica de la 20th Century Fox lanzada en 1993, con una pésima recepción del público y una nula aceptación de la crítica especializada.

Beverly Ricos S-21: todavía más ricos

Beverly Ricos S-21: La familia Mars.
Asentada sobre un delicioso y legendario imperio de golosinas y productos alimenticios para humanos y mascotas, la dinastía Mars ha sabido hacer levar una riqueza centenaria.

“Si bien los Walton y los Mars fueron los mayores ganadores de 2020, las 25 familias más ricas de la Tierra agregaron colectivamente unos U$S 312 mil millones a sus descomunales fortunas.

De acuerdo con la clasificación de Bloomberg, la riqueza de las familias más adineradas del Planeta, sustentada por empresas comerciales exitosas, se disparó de manera excepcional con la pandemia de COVID-19.

En la tabla de ganadores, 3 familias estadounidenses (Walton, Mars y Koch) encabezan la clasificación de las más ricas del globo terrestre.

Las 2 principales son los Walton (Walmart, con ventas por casi U$S 560 mil millones) y los Mars (Mars, con beneficios netos de más de U$S 39 mil millones), cuya fortuna se basa en compañías dedicadas a los bienes de consumo masivo, mientras que los Koch, en el puesto 3, conforman más bien un clan industrial (Koch Industries, con ingresos cercanos a los U$S 115 mil millones).

Los activos de la dinastía Walton ascendían sobre el final del segundo trimestre de 2021 a U$S 238 mil millones, mientras que los de la familia Mars, con su imperio de celebérrimas marcas, pasaban los U$S 142 mil millones; el patrimonio de los Koch, entre tanto, rozaba los U$S 142 mil millones, nada mal para un mundo en emergencia.

Mientras los Beverly Ricos S-20 eran una familia de ignotos nuevos ricos recién venidos a Hollywood, la versión Beverly Ricos S-21 está integrada por los viejos ricos conocidos de siempre, ajenos a la tierra del entretenimiento, a los que la fatalidad quiere que se los lleven por delante los negocios más jugosos.

«No hay nada más lindo que la familia unida», decía un añejo remate televisivo, y sobre todo si es en las comarcas del Tío Sam.

Resto del mundo

Beverly Ricos S-21: el clan Hermès.
Hermès obtuvo sólo el 11 de abril de 2020, día de la reapertura en el país donde se inició la pandemia de COVID-19, U$S 2,7 millones en ventas a clientes VIP en su único local en China: el de Taikoo Hui Guangzhou.

“Las marcas de lujo francesas Hermès (con un patrimonio de U$S 111.600 millones) y Chanel (con U$S 61.800 millones) también colocaron a sus propietarios entre los 8 primeros lugares.

Claro que la prosperidad en tiempos de penurias no es exclusividad de los opulentos de Estados Unidos de América, tal como se observa en el índice de los 10 máximos ganadores, poblado de cepas variopintas, pero esperables.

Las marcas de lujo francesas Hermès (fundada por Thierry Hermès en 1837, en el puesto 4, con un patrimonio de U$S 111.600 millones) y Chanel (de Alain y Gerard Wertheimer, herederos del creador de Parfums Chanel para Coco en 1924, en 7º lugar, con U$S 61.800 millones) también colocaron a sus propietarios entre los 8 primeros sitiales.

Un dato por demás notable es que los principales consumidores de artículos de lujo (el 35% de las ventas globales) son los chinos, que sólo en 2020, luego de la reapertura, incrementaron el consumo de bienes suntuarios en un 26%, frente a un crecimiento del PBI del 6,1%.

Los Al Saud, 5ª posción en la tabla, son la excepción de la regla: la familia real que gobierna Arabia Saudita es el clan de monarcas más rico de la Tierra, en gran parte debido a las enormes reservas de petróleo de su país, con la friolera de U$S 100 mil millones en sus arcas.

La familia de origen indio Ambani, propietaria del conglomerado multinacional Reliance Industries, con sede en Mumbai una de las empresas más rentables de India con negocios que incluyen energía, petroquímicos, gas natural, comercio minorista, telecomunicaciones, medios de comunicación y textiles, ocupa el cómodo 6º lugar con una fortuna de casi U$S 94 mil millones.

Los magnates de los medios de comunicación y fundadores de Thomson Reuters después de la compra del Reuters Group -hasta entonces británico- en 2008, (los canadienses Thomson, cuyo acervo se eleva a más de U$S 61 mil millones) se ubican el puesto 9.

A la cola, la familia Boehringer –incluidos los Von Baumbach por el casamiento de  Ulrike Boehringer con Erich von Baumbach– (propietaria de Boerhringer Ingelheim, dirigida por Hubertus von Baumbach) cierra el top ten con más de U$S 59 mil millones.

Todo queda en familia

Beverly Ricos S-21: The Waltons.
Jim, Alice y Rob –los herederos de Sam Walton, quien en 1962 fundó Walmart– son la familia más rica de la Tierra desde 2018, cuando su fortuna sobrepasó a la suma de las de los magnates Jeff Bezos, Bill Gates y Warren Buffet.

“Si bien los Walton, los Mars y los Koch fueron los mayores ganadores de 2020, las familias más ricas de la Tierra agregaron colectivamente unos U$S 312 mil millones a sus ya descomunales fortunas.

En los últimos meses del verano boreal de 2021, los Walton se vieron obligados a liquidar unos U$S 6 mil millones en acciones del gigante Walmart Inc. (el minorista más grande del mundo), una verdadera mega fortuna.

No obstante, esos dividendos fueron más del doble del valor extra de las bonificaciones especiales que pagaron a los 1,5 millones de trabajadores estadounidenses como reconocimiento por sus contribuciones durante la pandemia.

Semejante desembolso apenas hizo mella en el clan.

Los descendientes Walton todavía controlan 1.334.480.250 acciones (sí, 1.334 millones) de Walmart de manera directa, o a través de fideicomisos familiares, con lo que su fortuna ha aumentado en U$S 23 mil millones debido al aumento de lal cotizaciones bursátiles.

Recién unos U$S 100 mil millones detrás de los Walton está la fortuna de la segunda casta más adinerada, el clan Mars, que tiene como política reinvertir en el negocio en lugar de distribuir dividendos.

Si bien los Walton, los Mars y los Koch fueron los mayores ganadores de 2020 –cuando los gobiernos y los bancos centrales inundaron las economías con dinero en efectivo, alimentaron el auge del comercio electrónico y los gastos atípicos– en la medida en que la pandemia cambió la forma en que vivimos y trabajamos, las familias más ricas de la Tierra agregaron colectivamente unos U$S 312 mil millones a sus ya descomunales fortunas.

Pagadiós

Beverly Ricos S-21: la familia Lauder.
Las 10 familias más ricas de Estados Unidos (los Lauder, arriba, incluidos) vieron crecer su riqueza el 25% interanual en promedio, un valor neto colectivo de U$S 136 mil millones.

Cuando se habla de riquezas significativas como éstas, un gravamen minúsculo equivale a montos cuantiosos para el común de los mortales, y los clanes lo rechazan como los chicos defienden a sus más preciados juguetes.

En el extremo opuesto, países como Inglaterra, Francia o Corea del Sur, hacen pesar la carga impositiva de modo progresivo, al punto de llevarse una porción más grande cuanto mayor es el patrimonio.

La muerte del patriarca Lee Kun-hee (ex presidente de Samsung e hijo de su fundador, Lee Byung-chul) en octubre de 2020, precipitó la salida del clan Lee del ranking de las familias más adineradas por la obligación de sufragar más de U$S 11 mil millones en concepto de impuestos sucesorios.

Para agregar datos curiosos al caso, el heredero Lee Jae-yong (actual presidente de Samsung tras el fallecimiento de su padre) suma condenas por soborno, malversación, perjurio, corrupción, estafas y uso ilegal de fármacos.

Éstas y otras lindezas lo han llevado a la cárcel en varias oportunidades: si hoy está en libertad es porque para Seúl es un tema de “interés nacional”.

Rápidas de reflejos, las familias ricas siempre han sabido tomar las medidas más acertadas para anticiparse a las dificultades mucho antes de que hagan peligrar en lo más mínimo sus fortunas.

Compras, ventas, liquidaciones, recompras, enajenaciones, subsidios, exenciones, donaciones, filantropía, son moneda corriente en las estrategias consuetudinarias para defender las posesiones y eludir obligaciones a cualquier costo, que siempre será más barato que perder, aunque sea un poquito.

La vida cambia, pero hay cosas que perduran: los ricos muy ricos son tenaces y saben sobrevivir a cualquier crisis, no importa si es financiera, bursátil, inmobiliaria, tecnológica, productiva, biológica, climática, ideológica o inclusive virtual.

Beverly Ricos S-21: ¿Quién le pone el cascabel al gato?
¿Por qué es tan difícil gravar a los ricos, si los impuestos progresivos hacen rugir el motor del capitalismo y permiten que los ganadores excesivos compensen a los pequeños perdedores para que no se destruya el equilibrio del mercado, ni se formen castas de herederos improductivos?

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