Idus era la palabra latina que designaba al 13º día de los 8 meses que hoy llamamos enero, febrero, abril, junio, agosto, septiembre, noviembre y diciembre, y al 15º de los 4 restantes, marzo, mayo, julio y octubre, en el calendario de la Roma Antigua. Los idus eran días destinados a los buenos augurios, y quiso la Historia que los de marzo pasaran a la celebridad. Entre nosotros, en cambio, mayo parece el mes más auspicioso de la argentinidad, y por eso esta nota se titula “Idus de Mayo”.
La importancia de los idus proviene de épocas remotas –el origen mítico del sistema de división del tiempo es atribuido a Rómulo, el primero de los reyes– en los que se los consideraba símbolos auspiciosos del calendario; eran días festivos (feriae, origen de feriado, para relevar incluso a los esclavos del trabajo) en Roma, durante los que el sumo sacerdote, bajo la advocación del dios Júpiter, sacrificaba corderos en la Arx Capitolina (la ciudadela del monte Capitolino).
Los Idus Martiae –idus de marzo, el tercer mes del calendario juliano, el primero en el calendario romano antiguo, consagrado a Marte, dios de la guerra– son días festivos originados en la llegada del año nuevo a la Roma Antigua, y conmemorados durante la primera luna llena del calendario.
El calendario romano se utilizó durante más de 7 siglos hasta el año 46 a.C., cuando el dictador y Pontifex Maximus Julio César, asesorado por los astrónomos de Egipto, creó el calendario juliano que entró en vigor un año más tarde y se empleó en Roma y luego en Europa y América hasta que Gregorio XIII promulgó el actual en 1582.
En los idus de marzo del año 44 a.C., un grupo de conspiradores asesina a Julio César en el edificio del Senado romano –el Capitolio es considerado sacrosanto y el César intocable– lo que marca una inflexión que lleva de la República al Imperio.
Idus en la literatura
Más de 16 siglos hacia adelante, en su obra “Julio César”, William Shakespeare inmortaliza la frase “Cuídate de los idus de marzo” puesta en boca de un adivino que, según varios testigos históricos, advierte a César de la conjura.
“…César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío!
Alquimista excelso de las palabras, Jorge Luis Borges recrea y reinterpreta en su último libro –con fervor rioplatense– aquellos idus de marzo a través de un cuento breve que titula “La trama”, y que es parte de “Los conjurados”, publicado en 1985, un año antes de morir.
Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.
Existían otras jornadas referenciales para los romanos, como las calendas (que se celebraban el primer día de cada mes y debían coincidir en su origen con la Luna nueva) y las nonas (8 días antes de los idus, es decir, el 5º día, excepto en marzo, mayo, julio y octubre, el 7º), así como los fasti (días hábiles para las actividades lícitas, o fas) y nefasti (reservados para la religión, para las asambleas o para los juicios, en los que se suspendía toda fas), los nundinae (el descanso cada 8 días), los feriae (feriados religiosos) y los ludi (dedicados a los juegos cívicos y religiosos)
Idus de mayo en el Río de la Plata
Con licencia a la Argentina, la palabra mayo –y su femenina maya– es considerada un adjetivo que califica a todo acontecimiento que se relacione de manera directa o indirecta con la Revolución de 1810, también denominada la Gesta Maya, que tiene lugar entre el 18 y el 25 de mayo de ese año, y concluye con la destitución del representante del rey de España –el virrey Baltasar Cisneros– y la institución de la Primera Junta de gobierno.La Revolución de Mayo no es en verdad independentista, ya que reconoce la autoridad nominal de Fernando VII (depuesto a su vez por las Abdicaciones de Bayona, es decir: un rey “virtual”), pero constituye el primer paso para la instauración del Estado Argentino, matriz de la independencia latinoamericana.
El 17 de mayo de 1811, un año más tarde, se inaugura la primitiva pirámide de Mayo en la Plaza de la Victoria, iluminada y embanderada con los estandartes de los distintos regimientos de milicias, para conmemorar el primer grito de libertad de América del Sur que dio lugar a la formación de un gobierno patrio propio, y a partir de entonces empiezan a congregarse de manera espontánea los habitantes de Buenos Aires alrededor de la que sería en adelante la Plaza de Mayo.
“Es un deber de los hombres libres inmortalizar el día del nacimiento de la Patria, y recordar al pueblo venidero el feliz momento en que el brazo de los más intrépidos quebró el ídolo y derribó el altar de la tiranía.
En 1812, el gobierno decide abolir una costumbre fundamental de la época de la colonia, el Paseo del Real Estandarte, por tratarse de una “ceremonia humillante introducida por la tiranía e incompatible con la libertad”. Si bien las celebraciones continúan durante toda la década, las guerras de la independencia marcarán a fuego el contexto, ajustado a las demandas de las onerosas campañas.
Los Idus de Mayo romanos bien podrían fundirse en nuestras Fiestas Mayas, cuyos orígenes formales se encuentran en el libro de sesiones de la Asamblea General Constituyente y Soberana del Año 1813.
Dice El Redactor de la Asamblea de representantes de los pueblos de las Provincias del Río de la Plata:
“Es un deber de los hombres libres inmortalizar el día del nacimiento de la Patria, y recordar al pueblo venidero el feliz momento en que el brazo de los más intrépidos quebró el ídolo y derribó el altar de la tiranía.”
En la sesión del miércoles 5 de mayo de 1813, se introduce la ley que declara al 25 de mayo como día de fiesta cívica en cuya memoria deberán celebrarse cada año “en toda la comprehensión del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cierta clase de fiestas que deberán llamarse FIESTAS MAYAS”.
Las Fiestas Mayas –los idus de mayo de la argentinidad– van desde el 23 al 26 de mayo de cada año, 4 días de regocijo y de libre expresión popular para saludar al sol glorioso del 25 con el Himno Nacional (comisionado por la Asamblea al doctor Vicente López y Planes y aprobado por aclamación el 14 de mayo de 1816) y acompañarlos de una multiplicidad de costumbres, tradiciones y pequeñas alegorías que llegan hasta el símbolo sentido.
“Los gastos por ceremonias de iglesia en las grandes ocasiones montan a una suma importante. Una parte se destina ahora a la celebración de sus fiestas políticas. En vez de fiestas cívicas, en que el pueblo compite en excederse en comer y beber, inventan una variedad de exhibiciones públicas mucho más conformes a la razón y el buen gusto. Por ejemplo, cierto número de los esclavos más meritorios son comprados y libertados; se apartan sumas y se tiran a la suerte para ayudar a los artesanos que están ansiosos de poner tienda…”
Muchos de los asistentes comienzan a llevar el gorro frigio, emblema de la Revolución Francesa que va a conformar al Escudo Nacional, el sentimiento anti español es notorio, y los instrumentos de tortura del gobierno peninsular depuesto –abolidos por la Asamblea– son quemados en las plazas públicas; se instituyen el desfile y la misa con Tedeum, al tiempo que se popularizan los festejos con la gente que gana las calles entusiasmada.
Como decía un catalán
Tal vez pocas personas sepan que el afamado compositor de la melodía de nuestro Himno, el músico Blas Parera, no es argentino, y ni siquiera americano: nacido en Murcia en 1776 con el nombre de Blas Perera Morat, criado en Mataró, Cataluña, donde forma parte de la Capilla de Música del Colegio de Santa Anna, emigra a América y se radica en Buenos Aires 21 años más tarde.
Don Blas es un intérprete versátil que trabaja en la iglesia de San Francisco de Montevideo, es profesor del Colegio de Niños Expósitos de Buenos Aires, organista de la Catedral Metropolitana y de las iglesias de La Merced, San Ignacio y San Nicolás, concertista destacado en violín y clavicorido, director de la orquetas del Coliseo Provisional de Comedias de Buenos Aires (hoy Teatro Coliseo) y por fin compositor del himno para las Provincias Unidas del Sur.
El encargo, al que dedica 4 años y por el que recibie $200 de la época (una suma “más que respetable”, en palabras del escritor Álvaro Abós) se conoce primero como la Marcha Patriótica y empieza a entonarse en los actos oficiales, aunque también en las tertulias; hasta su reducción a la versión actual, dura unos extensos 20 minutos, menguados tal vez por el fervor del momento y es, a lo largo de 3 años, el Himno de la República de Chile mientras José de San Martín permanece en el país trasandino.
Acaso intimidado por el fusilamiento del heroico defensor frente a las Invasiones Inglesas Santiago de Liniers, el ahorcamiento del héroe de la Reconquista Martín de Álzaga, o la confusa suerte de Mariano Moreno cuya misión se trunca abruptamente en alta mar, catalán de corazón, Blas Parera regresa a Europa en 1818, donde no lo espera un futuro promisorio.
Blas Parera muere, olvidado y en la pobreza, a los 63 años, el 7 de enero de 1840 en Mataró, la ciudad donde había transcurrido su infancia y adolescencia; su cuerpo va a dar a una fosa común y se pierde allí todo rastro del músico hasta que, en 1993, los niños de las escuelas de Cataluña impulsan el transporte simbólico de una piedra de Monserrat hacia la República Argentina para erigir un monumento en su memoria.
En 1860, el pianista Juan Pedro Esnaola es comisionado para realizar una versión precisa para canto y piano de la música del Himno Nacional Argentino (del que no existía una partitura oficial) basado en las notas manuscritas de Parera recuperadas al efecto, composición que, con ligeros arreglos introducidos en 1928 durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear (después de un intento fallido de reforma aprobado por el Poder Ejecutivo en Acuerdo General de Ministros en 1927) y transcripta por Luis Lareta, es la vigente en nuestros días.
La versión reducida que se utiliza en los actos públicos el finalmente aprobada por el decreto 10.302 del Poder Ejecutivo Nacional del 24 de abril de 1944 para poner fin a las numerosas controversias que se suscitan a lo largo del tiempo: “Con respecto al pleito de la música existen pronunciamientos doctos que coinciden con el sentimiento popular respecto de que la versión musical más auténtica del Himno [es] la del maestro argentino Juan Pedro Esnaola, editada en 1860, como arreglo de la música del maestro Blas Parera y en el concepto compartido por la Nación de que en el trabajo de Esnaola nuestro Himno volvía a ser lo que fue”.
Idus de mayo en los festejos sucesivos
Cuenta el primer poeta gauchesco, don Bartolomé Hidalgo, en la “Relación que hace el gaucho Ramón Contreras a Jacinto Chano de todo lo que vio en las fiestas mayas de Buenos Aires en 1822” que son éstas las más fastuosas vistas hasta entonces, con los escolares vestidos de azul y blanco, música, fuegos artificiales, saludo de cañones, griterío, danzas y desfiles de soldados de a pie y a caballo.
“Comienza la noche del 24, día en que la plaza es iluminada mediante un amplio círculo de madera que rodea la pirámide… Durante el día tienen lugar diversos festejos: se plantan varios palos enjabonados que tienen en su extremidad superior chales, relojes y bolsas con dinero. Quien logra trepar al palo obtiene cualquiera de esos premios… También hay un ingenioso aparato llamado ‘rompecabezas’, que consiste en una estaca colocada longitudinalmente sobre pivotes, a la que se sube por una soga. La dificultad consiste en pasar por esta estaca; cientos de personas fracasan: el ganador gana como premio una moneda. Por las noches se interpreta música militar en las galerías del Cabildo, y pueden verse globos de fuegos artificiales de todas clases…”
En tiempos de Juan Manuel de Rosas, “esta pirámide y toda la plaza están decoradas con inscripciones, símbolos, trofeos, guirnaldas y banderas en memoria de los felices acontecimientos que dieron la libertad a América. Los edificios públicos y las casas particulares están iluminados con fanales; animados juegos y carreras de caballos imitan a los antiguos torneos sarracenos; hay fuegos artificiales, revistas, evoluciones de las tropas de línea y de las milicias, de a pie y de a caballo, fanfarrias, sinfonías ejecutadas por los músicos de los diferentes regimientos; todo ello contribuye durante tres días a aumentar la embriaguez general y a excitar la curiosidad de los numerosos extranjeros que afluyen a la plaza, tanto para gozar de la vista de la fiesta como para admirar a las graciosas porteñas, colocadas en anfiteatro delante del Cabildo”, describe el explorador, naturalista, diplomático y periodista Arsène Isabelle.
El paso del tiempo desdibuja la memoria de la Gesta Maya. Para 1872, las riñas de gallos y las corridas de toros son reemplazadas por un espectáculo singular: un empresario promueve una grotesca corrida de chanchos que termina en desmanes y saqueos. Burlas, enojo, fastidio, sátiras, exclamaciones de rabia y ni una sola voz que recuerde a los héroes de Mayo caracterizan a las fiestas de ese año.
“Tipos de todos tamaños y calidades, mujeres que parecían señoras, señoras que parecían mujeres, hombres convertidos en muñecos de resortes, ricos que parecían pobres, pobres que parecían ricos, muchachas encantadoras a la vista, caballeros de la famosa orden de la industria y ‘ainda mais’ que admiraban unos por conveniencia, otros por ignorancia, otros por interés, las ruedecillas de bengala.”
Eugenio Cambaceres registra en su novela “Sin rumbo” de 1885 los nuevos aires de la Buenos Aires sazonada por los inmigrantes:
“Agitada, bulliciosa, la población había invadido las calles. En masa, como las aguas negras de un canal, iba a derramarse a la Plaza de la Victoria, desfilaban a ver los fuegos. Fiel a la tradición, el barrio del alto invadía las galerías del Cabildo, la Recova, las veredas. Los balcones, las azoteas, se coronaban a su vez. Abajo, entre el tumulto, los italianos de la Boca, encorbatados, arrastraban a sus mujeres, cargaban a sus hijos. Dos bandas de música tocaban. La Catedral, la Pirámide, la plaza toda, resplandecían suntuosamente, en un deslumbramiento de gran café cantante, y mientras los cohetes volatines estallaban semejante a las chispas de algún enorme brasero, los muchachos alborotados, en pandilla, disparaban a agarrar las cañas”.
La Argentina camina hacia el primer centenario y se vuelve más urbana, más civilizada –más europea, también– menos pueblerina; la Capital abandona de prisa aquellas costumbres indignas, propias de la gran aldea a la que hay que barrer para fundar la joven urbe, la Metrópolis, que adecua su cadencia a la de las ciudades más modernas.
Sin carreras de sortijas ni palos enjabonados, pero ornada de Martes, Famas y Minervas, con estandartes “llevados por manos robustas de heroicos atletas”, al calor de una expansión económica sustentada por el furor de la exportación ganadera y la fe en el lema acuñado por Alberdi “gobernar el poblar”, que pone en la inmigración un recurso para alimentar la emergencia de factores que podrían habernos vuelto potencia, la metamorfosis de los idus de mayo transforma a las Fiestas Mayas para siempre.
Idus de mayo en el paladar criollo
Si hay un mes en el que la gastronomía argentina está de parabienes, es mayo, que arranca con el locro –nuestra comida nacional por excelencia– la mismísima primera jornada: el 1 de mayo, Día Internacional del Trabajador. El espeso guiso originalmente hecho de maíz, legumbres y hortalizas, viene aderezado por abundante carne vacuna y vísceras, panceta, pata, colas y orejas de cerdo, chacinados, especias, grasa y cebolla, con tantas variantes como regiones y pueblos tiene el país.
Compañeras inseparables del locro, y a veces como única comida, vienen las empanadas de carne picada o cortada a cuchillo, tucumanas, salteñas, riojanas, jujeñas, o de la variedad que cada lugar ofrezca.
El asado, en todas sus versiones –aunque los “fundamentalistas” dicen que sólo consiste en carne y achuras que no pueden acompañarse ni con ensalada– le discute los mediodías al locro, ya durante los fines de semana, ya en los días feriados.
De las épocas de la Revolución aún perduran la carbonada –pariente cercano del locro–, las empanadas de humita y la mazamorra, esa suerte de arroz con leche en la que el arroz es sustituido por maíz blanco saborizado con canela o ralladura de limón; por lo general a la hora de la siesta o la merienda, los pastelitos de membrillo se abren paso entre las preferencias de los argentinos, pero en caso de lluvia son desplazados sin piedad por las suculentas tortas fritas, para degustar mate de por medio.
El 25 de mayo es recibido con un desayuno “militar” –típico del Regimiento de Granaderos a Caballo– consistente chocolate con leche y facturas, un clásico que no se suspende por ninguna razón, aunque su raíz nada tiene que ver con los tiempos de la Gesta Maya.
Las formas de comer cambian por completo entre el siglo 19 y el 20 en la Argentina: para 1880, cuando la escritora salteña Juana Manuela Gorriti publica una compilación exquisita de recetas vernáculas que titula “Cocina Ecléctica” (según la peruana Clorinda Matto de Turner, “la más rica y sustanciosa confección que haya salido de manos de cocinero”), la mayoría de los preparados citados por la autora han caído en el olvido, y las mesas servidas “a la francesa” –con todas las comidas distribuidas sobre una única gran mesa para que cada quien se sirva a su gusto– son sustituidas por la modalidad “a la rusa”, es decir, por una sucesión de platos que, por turno, se llevan a ubicación en la que está el comensal.
Sobre el inicio del nuevo milenio, el mate y su materia prima, la yerba, el dulce de leche, las empanadas, el asado y el vino malbec, llevan el sello que los distingue como Patrimonio Cultural, Alimentario y Gastronómico Argentino.
Los Idus de Mayo son una celebración tácita y consuetudinaria que mantiene vigente la simbología de los episodios de la Revolución como una serie de hechos naturales al Ser Argentino y fundantes de su identidad, un ritual histórico que rememora el Nacimiento de la Patria, un concepto trascendental de la conciencia argentina puesta de manifiesto en los multitudinarios festejos del Bicentenario de 2010, tan masivos como espontáneos.
1 de mayo
- 1852: Aparece en el periódico “El Nacional”, fundado por Dalmacio Vélez Sarsfield.
- 1853: El Congreso General Constituyente reunido en Santa Fe sanciona la Constitución de la Nación Argentina.
- 1889: Día Internacional del Trabajador en homenaje a los “Mártires de Chicago”.
- 1949: Jura de la Reforma Constitucional.
- 1980: Comienzo oficial de la televisión en colores en la Argentina.
2 de mayo
- 1845: Comienza a publicarse en forma de folletín el “Facundo”, de Domingo Faustino Sarmiento.
- 1982: Día nacional del Crucero ARA General Manuel Belgrano, hundido por el ataque de un submarino británico.
3 de mayo
- 1784: Nacimiento de Vicente López y Planes, autor de la letra del Himno Nacional Argentino.
- 1816: El Congreso de Tucumán nombra a Juan Martín de Pueyrredón Director Supremo.
- 1991: Día Mundial de la Libertad de Prensa por recomendación de la Conferencia General de la Unesco.
4 de mayo
- 1856: La provincia de Santa Fe sanciona la primera Constitución Provincial en el marco de la reciente Constitución de la Nación Argentina.
5 de mayo
- 1813: La Asamblea General Constituyente establece la conmemoración de las Fiestas Mayas, y declara fiesta cívica al 25 de Mayo de cada año en conmemoración de la Revolución de 1810.
- 1869: Se inaugura en Rosario el primer telégrafo de la provincia de Santa Fe, que la unía con la ciudad de Buenos Aires.
6 de mayo
- 1670: La reina de España aprueba oficialmente el traslado de Santa Fe, desde el sitio donde la había establecido Juan de Garay (hoy cercanías de Cayastá) al que se encuentra en la actualidad.
- 1827: El almirante Guillermo Brown derrota a las fuerzas brasileñas frente al puerto de Buenos Aires.
- 1830: El brigadier general Estanislao López es reelegido por la Junta de Representantes como gobernador de Santa Fe
7 de mayo
- 1945: Día de la Minería en recuerdo de la Primera Ley de Fomento Minero, sancionada por la Asamblea de 1813.
8 de mayo
- 1527: El navegante Sebastián Gaboto descubre el río Paraná.
- 1828: El gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, dicta la Ley de Libertad de Imprenta.
- 1887: Día de Nuestra Señora de Luján.
- 1948: Día de la Cruz Roja Internacional.
- 1972: Día Nacional de la Prevención Sísmica.
- 2013: Día Nacional de la Lucha Contra la Violencia Institucional.
9 de mayo
- 1967: El médico cirujano René Favaloro realiza la primera operación mundial de bypass.
- 2006: Día Internacional de la Aves.
- 2012: Promulgación de la ley de Identidad de Género y sanción de la ley de Muerte Digna.
11 de mayo
- 1813: Día del Himno Nacional Argentino, sancionado como canción patria de las Provincias Unidas del Río de la Plata por la Asamblea de 1813.
- 1992: Día Nacional del Actor.
15 de mayo
- 1993: Día Internacional de la Familia, proclamado por la Asamblea General de la ONU.
17 de mayo
- 1865: Día Mundial de las Telecomunicaciones, fundación de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
- 1960: Día de la Armada Argentina en conmemoración de la victoria de Montevideo obtenida por la escuadra a cuyo mando se encontraba el Almirante Guillermo Brown sobre la Real Armada Española.
18 de mayo
- 1870: Primer viaje del Ferrocarril Central Argentino e inauguración de la comunicación telegráfica entre Rosario y Córdoba.
- 1935: Día Nacional de la Escarapela Argentina, instituida en 1812 por el Primer Triunvirato.
20 de mayo
- 1810: Juan José Castelli formula su reclamo al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros e intima la convocatoria de un Cabildo Abierto.
21 de mayo
- 1810: El virrey Cisneros convoca a un Cabildo Abierto.
- 1813: La Asamblea General Constituyente declara abolidos los títulos nobiliarios y el uso de tormentos.
- 2002: Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de promover la comprensión del valor de la diversidad cultural para mejorar la convivencia.
22 de mayo
- 1810: Se celebra la asamblea convocada por el virrey Cisneros; surgen dos tendencias: la que sostienen los españoles y tiende a que siga el régimen colonial con un cambio de las formas, y la de los patriotas, quienes declaran que al haber caducado el gobierno de España, debe surgir un nuevo gobierno del pueblo. Se depone al virrey Cisneros y la autoridad pasa al Cabildo.
- 2000: Día Internacional de la Diversidad Biológica, por resolución de las Naciones Unidas para promover la conservación de la diversidad biológica, el uso sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos.
23 de mayo
- 1543: Nace en Venecia el navegante, explorador y cartógrafo Sebastián Caboto, fundador del fuerte de Sancti Spiritu, primer asentamiento español en lo que hoy es la República Argentina.
- 1810: Se comunica el cese en el cargo del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y la asunción del mando del virreinato a manos del Cabildo.
- 1854: Se jura la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, separada de la Confederación.
- 1936: Se inaugura el Obelisco de la ciudad de Buenos Aires.
- 1909: Día Nacional del Cine en homenaje a la primera película argumental, “La Revolución de Mayo”, que relata los acontecimientos de 1810.
24 de mayo
- 1810: Cornelio Saavedra y Juan José Castelli se presentan ante el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y lo obligan a renunciar a la Junta de Gobierno provisoria formada por el Cabildo.
- 1839: La Argentina e Inglaterra firman un tratado para la abolición del tráfico de esclavos.
25 de mayo
- 1810: Formación del Primer Gobierno Patrio con el reconocimiento de la autoridad de la Junta Revolucionaria integrada por Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; y Juan José Paso y Mariano Moreno, secretarios.
- 1811: Se inaugura la Pirámide de Mayo.
- 1812: El general Manuel Belgrano hace jurar a la bandera celeste y blanca en Jujuy.
- 1826: La escuadra argentina comandada por el almirante Guillermo Brown derrota a la armada imperial brasileña en el Combate de Los Pozos.
27 de mayo
- Sebastián Caboto funda el Fuerte de Sancti Spiritu, sobre el Río Paraná. Se considera a este acto la primera acción de conquista española en el territorio del Río de la Plata.
29 de mayo
- 1810: La Junta Revolucionaria de Gobierno crea cinco regimientos de infantería de línea con la base de los cuerpos de milicianos de Patricios, Arribeños, Montañeses y Andaluces.
- 1951: Día del Ejército Argentino, fuerza creada en 1810 para combatir a los realistas.
- 2011: Día Nacional del Folclorista Argentino, en recuerdo del nacimiento de Andrés Chazarreta, el “patriarca del folclore”.
30 de mayo
- 1997: Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos.
31 de mayo
- 1565: Fundación de la ciudad de San Miguel de Tucumán.
- 1852: Se firma del Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos que consagra la forma federal de gobierno y dispone la conformación del Congreso Nacional Constituyente de 1853 en Santa Fe. Nace en Buenos Aires Francisco P. Moreno, geógrafo, paleontólogo y naturalista autodidacta.
- 1935: Comienza a funcionar el Banco Central de la República Argentina.
- 1950: Día Nacional de la Energía Atómica por la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
- 2003: Día Nacional del Ecoturismo en conmemoración del nacimiento del Perito Francisco P. Moreno.