En 1927, en una conferencia en la Société d’Américanistes de París, un celebrado historiador peruano (antes director de la Biblioteca Nacional de Lima) sorprendía a la audiencia con una afirmación tan categórica como audaz y –para algunos– hilarante: el famoso navegante, el almirante y descubridor de América, Cristóbal Colón, había nacido y se había criado en Cataluña; y lo contaría luego en sus libros. En esta época de virulentas disputas entre “separatistas” o “independentistas” y “españolistas”, aquella primera invocación hecha por el especialista en temas colombinos Luis Ulloa sobre la catalanidad del Almirante cobra un interés particular. ¿Cristóbal Colón catalán?
Unos años más atrás, Ulloa había tenido acceso a una serie de archivos en Francia y España que le daban una serie de evidencias plasmadas en “Christophe Colomb catalan: la vraie genèse de la decouverte de l’Amérique” (“Cristóbal Colón fue catalán: La verdadera génesis del descubrimiento de América”) editado por la Librairie Orientale et Américaine Maisonneuve de París en 1927, o en su versión catalana “Cristòfor Colom fou català: La veritable gènesi del descobriment”, publicada por la Librería Catalonia de Barcelona ese mismo año.
“Un hecho es como un saco: vacío, no se tiene en pie; para que se sostenga, es preciso meter primero dentro la razón y los sentimientos que lo determinan.
—“Seis personajes en busca de autor”, Luigi Pirandello.
Desde entonces y hasta el presente mediato, la hipótesis de Ulloa –quien había redoblado la apuesta con “El pre-descubrimiento hispano-catalán de América en 1477 – Xristo-Ferens Colom, Fernando el Católico y la Cataluña española” en 1928– ha sido tomada con sorna y criticada como una investigación aventurada y falta de rigurosidad.
No obstante, casi al término de la primera década de nuestro siglo 21 (2008), aparecieron en EE.UU. dos libros de investigación: “The DNA of the writings of Columbus” (“El ADN de la escritura de Colón”), de Estelle Irizarry, profesora emérita de Literatura Hispánica de la Universidad de Georgetown, y “Colom of Catalonia: origins of Christopher Columbus revealed” (“Colón de Cataluña: Los orígenes de Cristóbal Colón revealados”), de Charles J. Merrill, profesor de Lenguas Europeas y Estudios Medievales, historiador y experto en Literatura Catalana Medieval, a la sazón colaborador en el Discovery Channel para una serie de documentales sobre Cristóbal Colón.
Mientras el libro de Irizarry tomaba como base el análisis de la escritura en un centenar de documentos originales atribuidos al navegante que la historia oficial nombra “genovés”, para argumentar que “parlava català” desde pequeño, el de Merril desgranaba una a una todas las teorías sobre el origen de Colón para refutarlas y asegurar que el apellido Colón es apenas una castellanización del catalán Colom.
La tesis de Luis Ulloa causó en su momento un revuelo de proporciones entre los historiadores italianos que llegó hasta el mismísimo Presidente del Consejo de Ministros de Italia durante la monarquía de Vittorio Emanuelle III, el inefable Benito Mussolini, durante su frenética carrera para convertirse en Il Duce de la breve República Social Italiana.
El paralelo con la realidad actual, inquieta.
Cristóbal Colón catalán: la “loca” teoría de Ulloa
Si bien suele decirse que “los hechos hablan por sí mismos”, la verdad es que los hechos no hablan, y que sólo lo hacen cuando alguien apela a ellos para darles forma de argumento.
“Por sus escritos, se intuye con facilidad que Colón era católico apostólico romano, pero si se recurre a sus anotaciones, bien podría haber escondido a un judío o a un musulmán.
Como dice el personaje de El Padre en “Seis personajes en busca de autor” de Luigi Pirandello, “un hecho es como un saco: vacío, no se tiene en pie; para que se sostenga, es preciso meter primero dentro la razón y los sentimientos que lo determinan”. Son los hombres quienes deciden a qué hechos se les da peso, en qué contexto y de qué manera.
En su libro de 1965 “Columbus in the Artic and the Vineland literature” (“Colón en el Artico y la literatura de Vineland”), el historiador noruego J. K. Tornöe había aportado ya nuevas variaciones al enigma del Cristóbal Colón catalán: la “Conexión Noruega” a partir del viaje que el navegante realizó a Islandia en 1476 –muy documentado– junto al capitán Jon Skolp por intercesión de la Corona de Portugal, aliada de la Casa Real escandinava.
Si es por elucubraciones desconcertantes, no hay que olvidar que en 1976 el cazador de nazis Simon Wiesenthal propuso la ascendencia hebrea del navegante en “Operación Nuevo Mundo. La misión secreta de Cristóbal Colón”, cuya epopeya no habría sido más que un intento encubierto para hallar el lugar en que se encontraba una de las 10 Tribus del Reino de Israel expulsadas por los asirios en la antigüedad; más aún, la fecha y hora de salida del primer viaje, refirió Wiesenthal, coincidía con la indicada para la deportación de los judíos de España –un proyecto original de Tomás de Torquemada– a través del Edicto de Granada. Vista con frialdad, en una Europa sumida en visiones apocalípticas, no parece descabellado.
Por todo lo que sabemos, Colón contaba con una sólida formación intelectual y compartía a la vez el espíritu religioso (casi esotérico) de la época, dualismo que caracterizaba a las mentes más sobresalientes de ese momento histórico.
Por sus escritos, se intuye con facilidad que Colón era católico apostólico romano, pero si se recurre a sus anotaciones, bien podría haber escondido a un judío o a un musulmán, lo que acrecienta la idea de Luis Ulloa de un Cristóbal Colón catalán.
Somos como escribimos
Uno de los hallazgos más notables del historiador peruano (quien había comenzado sus investigaciones con la idea de que el almirante era gallego) refiere a la firma de Colón, quien no ser llamaría Cristóbal (o Cristoforo, en italiano) como marca la tradición, sino Joan Baptista Colom, y lo fundaba en la rúbrica.
En muchas ocasiones (posteriores a 1492, es cierto) aparece la leyenda “Xpo. Ferens” (Xristo-Ferens) debajo de las siglas “S. S.A.S. X.M.Y.” con variantes diversas.
En griego, Xristo significa “el ungido”, en tanto la palabra latina Ferens nombra a “el portador”, “el que lleva”, de lo que Luis Ulloa concluyó que “si Colom se dijo y acaso se creyó legado y embajador de Dios, es que su nombre le sugirió esta presunción, y lejos de que el vocablo Xristo-Ferens haya provenido de un concepto mesiánico, fue este concepto el que surgió del nombre del descubridor […] Colom no se llamó Cristóbal… como el genovismo sostiene, sino Juan Bautista… Xristo-Ferens no es otra cosa que una simple equivalencia de ese nombre, de un dictado, una denominación de Juan el Bautista”.
Algunos estudiosos señalan que en el “Libro de las Profecías”, escrito por Colón en colaboración con fray Gaspar Gorricio, el navegante deja clara su devoción por San Juan Bautista, nombre con el que designa a la isla de Borinquen (hoy Puerto Rico), pero la atribuyen a una cuestión que nada tiene que ver con su nombre.
Colón había navegado como corsario en los barcos del Renato de Anjou, quien mantenía estrechas relaciones con la Orden del Hospital de San Juan Bautista de Jerusalén, y la devoción por el Santo vendría de sus estrechas relaciones con los Caballeros de la Orden del Hospital en el Mediterráneo Oriental.
¿Cristóbal Colón catalán o qué?
Ulloa consideraba que el navegante pertenecía a la familia Colom de Barcelona, que había luchado contra Juan II, padre de Fernando el Católico, en la guerra de 1462 a 1472, motivo por el cual hay muy pocas pruebas sobre sus orígenes familiares, en especial si quería emprender su aventura de viajar hacia el Oeste.
El rey Fernando de Aragón –como le sucede al presidente español Mariano Rajoy en nuestros días– había vivido en carne propia la rebelión de los catalanes contra el poder de su familia: los consideraba –como Rajoy– obstinados y maliciosos.
Si los catalanes –excluidos de los beneficios del comercio con las Indias por no ser castellanos– se hubiesen enterado de que el descubridor de los territorios tras el Atlántico era un catalán, habrían caído acaso en la tentación de rebelarse una vez más contra la Corona unificada (luego de más de 800 años de dominación mora) en las los Reyes Católicos provenientes de las familias de Trastámara y Aragón.
La suposición parece aceptable, sobre todo para el momento y las circunstancias.
Colón se refirió siempre a los Reyes como “mis señores naturales”: de haber sido genovés, se habría limitado a llamarlos “mis señores”. El Cristóbal Colón catalán cobra nueva fuerza.
Los diarios y cartas manuscritas de Colón parecen sugerir que el navegante era catalanohablante, que aprendió antes el catalán que el castellano, y que nunca empleó la lengua italiana ni ninguno de sus dialectos.
A 90 años de la conferencia de Luis Ulloa, tras el escándalo suscitado por el referendo separatista y a días del 525 aniversario del avistaje de las costas del “Nuevo Mundo”, el misterio de Cristóbal Colón catalán renace y continúa como tantos otros de la iconografía popular, llámense Gardel, la Cumparsita o el Dulce de Leche.