Aunque mucha gente dice que son seres imaginarios, los empresarios e inversionistas de riesgo más innovadores de la actualidad no sólo creen en esta infrecuente raza de caballos cornúpetas, sino que los patrocinan y respaldan para que se desarrollen y crezcan amparados de todo mal. En todos lados se cuecen habas, dice el refrán, y pese a las dificultades locales, aquí también existen. Conocé cuántos y cuáles son los unicornios argentinos, y por qué son admirados y codiciados en el mundo.
El metaverso menos pensado

Los unicornios están entre las imágenes más comunes de las tablillas de terracota de la Edad del Bronce –que comenzó más de 3 mil años a. C.– encontradas en el valle del río Indo (hoy Afganistán, India y Pakistán), donde se aprecia a estas criaturas, una especie ya extinta.
La mitología helénica no menciona a los unicornios, que sí figuran en los relatos de la historia natural: los griegos estaban convencidos de que que vivían en un reino lejano y fabuloso llamado la India (¿como Cristóbal Colón?).
Hoy sabemos que no eran caballos sino rinocerontes de la especie Rhinoceros unicornis (el nombre científico refiere a aquella creencia)
Cazadores de unicornios
Aileen Lee es una inversionista de capitales de riesgo estadounidense, que en 2013 publicó un celebrado artículo en el sitio de negocios tecnológicos TechCrunch titulado “Bienvenidos al club de los Unicornios: aprender de las empresas emergentes de miles de millones de dólares”.