Cualquier cambio en el tamaño o la forma de tus mamas, cualquier alteración en la textura de la piel, hoyuelos, arrugas, aplastamiento, “piel de naranja”, hundimiento del pezón, secreción, protuberancia, bulto, dureza, inflamación, irritación o anirmalidad en el pezón (dolor, enrojecimiento, descamación), deben ponerte en alerta.