Hoy, 22 de abril, se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, proclamado oficialmente por las Naciones Unidas en 2009 (aunque se celebra desde 1970) con el objetivo de concientizar a la humanidad sobre los problemas generados por la superpoblación, la contaminación, la pérdida de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales.
Recordar para no olvidar
El primer antecedente del Día de la Madre Tierra se remonta a 1945, cuando el Servicio de Salud Pública de EE.UU. (U.S. Public Health Service) organizó el primer Simposio de Ecología Humana, una asamblea para que científicos de renombre en la materia hablaran sobre los efectos del deterioro ambiental en la salud humana ante estudiantes de diversas instituciones.
“El 22 de abril de 1970, con la organización del activista Denis Hayes como Coordinador Nacional del evento bautizado “Día del la Tierra”, más de 20 millones de personas salieron a las calles para realizar la mayor protesta de la historia de la humanidad efectuada en un solo día.
El 28 de enero de 1969 explotó un pozo perforado por la Union Oil frente a las costas de Santa Bárbara, California, que provocó un desastre ecológico con una mancha de unos 2 mil km2 y mató a más de 10 mil aves, y una cantidad indeterminada de delfines, focas y leones marinos.
Como reacción, el senador y activista ambiental estadounidense Gaylord Nelson sugirió la idea de realizar una campaña de enseñanza ambiental, y más tarde impulsó la creación de una agencia medioambiental, acompañada con la realización de manifestaciones masivas a la que acudieran universidades, escuelas públicas y comunidades organizadas.
El activista por la paz John McConnell propuso un día para honrar la Tierra y el concepto de paz durante una conferencia de la UNESCO en San Francisco, proclama luego firmada en conjunto por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El 22 de abril de 1970, con la organización del activista Denis Hayes como Coordinador Nacional del evento bautizado “Día del la Tierra”, más de 20 millones de personas salieron a las calles para realizar la mayor protesta de la historia de la humanidad efectuada en un solo día.
Entre los defensores del “Día de la Tierra” se encontraban personalidades como Selma Rubin, Marc McGinnes y Bud Bottoms, fundador del movimiento “Get Oil Out” (Fuera el Petróleo).
La presión social dio sus resultados y el gobierno creó la Agencia de Protección Ambiental, más una serie de leyes sucesivas destinadas a la protección del entorno natural.
En 1972 se celebró la primera conferencia internacional sobre el medio ambiente, la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, cuyo objetivo fue sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales.
Tarde ya, pero con esperanza, se intentaba ganarle tiempo al tiempo para remedar los errores de la civilización.
La salud de la Tierra y la salud humana
En el Día Internacional de la Madre Tierra de 2016 se firmó el histórico Acuerdo de París, requisito clave para la entrada en vigor del histórico borrador del Tratado de Protección Climática.
Adoptado por consenso de las 195 naciones presentes en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de un año antes, el Tratado importa el reconocimiento del Cambio Climático.
Los vaivenes de la política internacional quisieron que estos tratados sigan, aún hoy, en una suerte de limbo para algunos países, entre los que está el propio EE.UU., debido a posiciones negacionistas e intereses que se oponen a la moderación de los factores dañinos.
La pandemia de coronavirus ha demostrado, sin lugar a dudas, que la salud de la especie humana está íntimamente relacionada con la salud del Planeta.
El maltrato que damos a la Tierra, la pérdida acelerada de la biodiversidad, la deforestación masiva, la producción agrícola y ganadera intensivas, son factores que además de degradar al medio ambiente aumentan la transmisión de enfermedades infecciosas.
De acuerdo con el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), cada 4 meses surge una nueva enfermedad infecciosa en los humanos, y de ellas, el 75% proviene de los animales.
La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. Los océanos se llenan de plásticos y se vuelven más ácidos.
El calor extremo, los incendios forestales y las inundaciones, así como una temporada de huracanes en el Atlántico que ha batido récords, han afectado a millones de personas.
Ahora nos enfrentamos al COVID -19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema.
El cambio climático, los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden aumentar el contacto y la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos (enfermedades zoonóticas).
De acuerdo con el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada 4 meses.
De estas enfermedades, el 75% provienen de animales.
Esto muestra las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental.
Los ecosistemas sustentan todas las formas de vida de la Tierra.
De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes.
Restaurar nuestros ecosistemas dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva.
El Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas, que se lanzará oficialmente el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio), nos ayudará a prevenir, detener e invertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y en todos los océanos. Pero sólo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte.
Organización de las Naciones Unidas
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