La vida es con #Amigos, o no es vida, por eso hoy, 20 de julio, saludamos a quienes nos apoyan y acompañan siempre, y les deseamos un muy Feliz Día del Amigo 2021 🥂 de todo corazón. A éste, como al anterior, nos toca transcurrirlo de una manera atípica y contraria a nuestras costumbres. Seamos responsables, seamos solidarios, seamos más amigos.
Amigos a la Argentina
COVID-19 de por medio, no es lo mismo el Día de la Amistad que festejan por otros lares en fechas variadas, que el fenómeno masivo conocido entre nosotros como el Día del Amigo, delicia para la alicaída gastronomía comercial vernácula y terror para los servicios de comunicaciones con el tráfico saturado por el astronómico número de mensajes y llamados cruzados entre compañeros, afectos, camaradas, colegas, aliados o conocidos con ganas de expresarse.
Si en épocas de la perdida normalidad las mesas de los bares, restaurantes, pubs, clubes y otros establecimientos de relacionamiento social agotaban las reservas con varios días de anticipación, ahora que el cupo se ha reducido a menos de un tercio, al menos el agite amiguero puede compensar en parte el descalabro que provoca la pandemia.
La historia detrás de la historia
El profesor de psicología, historia y filosofía, músico por afición y odontólogo de profesión Enrique Ernesto Febbraro mencionó alguna vez que allá por 1942, a sus 18 años y mientras era locutor en Radio Argentina, agobiado por las muchas conmemoraciones y las pocas festividades, decidió inventar lo que con el tiempo sería el Día del Amigo.
Estudió, se casó, tuvo hijos, emprendió otros rumbos, y la idea quedó entre los recuerdos olvidados.
Cuando EE.UU. se propuso –y consiguió– llevar al Hombre a la Luna “en nombre de la amistad de la humanidad hacia el universo”, Febbraro, que ya tenía 45 años, creyó que había llegado su momento.
Escribió y colocó en las oficinas del Correo Argentino en Lomas de Zamora más de 1.000 tarjetas postales, dirigidas a miembros del Rotary Club en 100 países distintos (lo que en la época, le costó un dineral) con la propuesta de declarar al 21 de julio, fecha del alunizaje, Día del Amigo.
Lo que el polifacético y apresurado emprendedor no contempló, con los sobres ya depositados en el correo, es que era el 20 y no el 21 de julio.
Al darse cuenta, Febbraro –que lo miraba por TV como millones de personas– tuvo que correr a recuperar las tarjetas, corregirlas a mano una por una, pagar una vez más el estampillado, y volver a mandarlas con la nueva fecha.
Con más de 800 cartas de respuesta positiva, Febbraro decidió patentar la idea y crear el Día del Amigo con el lema “Un pueblo de amigos es una nación imbatible”, trámite que le tomo 3 años y unos cuantos pesos de entonces.
Por fin, en 1979, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires autorizó el festejo, le puso marco legal y dio el puntapié inicial al propósito.
Breve pero dos veces bueno
Pasadas las 8:30 EST –9:30 de la Argentina– Jeff Bezos (dueño de Amazon y de Blue Origin, la compañía aeroespacial privada fabricante del cohete New Shepard), su hermano menor Mark, la astronauta estadounidense Wally Funk y el empresario adolescente neerlandés Oliver Daemen tocaron sucesivamente la campana de abordaje a la cápsula que los remontaría menos de 45 minutos más tarde hacia el cielo.
La nave, en su misión número 16, abandonó el sitio de lanzamiento en Van Horn sin novedad, con los 4 tripulantes amarrados a sus asientos, y una vez agotado el combustible del propulsor (a unos 75 km de la Tierra) éste se desprendió de la cápsula y ambos continuaron el ascenso por separado hasta superar los 99 km, donde comienza el espacio exterior.
Los pasajeros se desabrocharon los cinturones de seguridad y se dedicaron a flotar en el interior de la cápsula, que inició su caída libre de 4 minutos, para luego descender con suavidad y posarse sobre el sitio de aterrizaje en medio de una nube de polvo, después de 10 minutos y 10 segundos de travesía.
A las 9:30 EST –10:30 de la Argentina– los eufóricos pasajeros salieron de la nave para abrazarse con sus seres queridos, amigos y el personal de tierra que los recibió con los protocolos correspondientes.
New Shepard
El nombre del cohete es un homenaje al primer astronauta estadounidense que ascendió al espacio en 1961, Alan Shepard, en una trayectoria similar a la que hicieron Bezos y sus acompañantes.
Se trata de un vehículo de lanzamiento suborbital de despegue y aterrizaje vertical desarrollado por Blue Origin –que es propiedad y está dirigida por el fundador y ex director ejecutivo de Amazon– como un sistema comercial para el turismo espacial.
Las pruebas de vuelo del New Shepard completo –módulo de propulsión y cápsula espacial– comenzaron en 2015, pero sin tripulación.
El vuelo de prueba tripulado inaugural, pensado para 2019, se retrasó hasta 2021.
El primer pasajero anotado para el viaje compró su asiento en una subasta por U$S 28 millones, pero se retiró para ir en una misión futura y cedió su lugar al segundo oferente, el padre de Oliver Daemen, quien regaló el pasaje a su hijo y así éste, con 17 años, se convirtió en la persona más joven en volar al espacio y le arrebató el récord a Gherman Titov, que viajó en 1961 cuando tenía 25 años de edad.
Amigos de verdad
Quien más, quien menos, todos hemos tenido amigos imaginarios: es que la amistad es una necesidad básica por encima de cualquier pirámide de Maslow.
Con mayor o menor fortuna, tenemos amigos, medio amigos, conocidos, gente con la que compartimos afinidades, porque como decía Stevenson, “todos somos viajeros en el desierto de este mundo, y lo menor que podemos encontrar en nuestro viaje es un amigo honesto”.
“Yo no busco, encuentro”, cuentan que afirmaba Pablo Picasso, y con la amistad es así: uno elige a sus amigos mucho antes de saber que existen, no después, hasta que un día se da cuenta de que están ahí, son de verdad, son reales y casi siempre leales: como pregonaba sir Francis Bacon, “La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad”.
Alguna vez aseguró Jim Morrison, poeta y cantante de The Doors, “Necesito a un amigo nuevo, necesito a alguien que no me necesite”, y quién nos dice que tal vez sea esa la llave que abre las puertas de la amistad: que te quieran porque te quieren, no porque precisan de vos.
Cosmología aparte, ¡Feliz Día, Amigos!
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